Por Joshua Fields Millburn
Mi madre murió en 2009. Fue un momento difícil; no hace
falta decir nada.
Ella vivía a mil kilómetros de distancia y cuando murió fue
mi responsabilidad desalojar su apartamento en Florida. Era un lugar pequeño,
de un dormitorio, pero estaba lleno de pared a pared con sus pertenencias. La
madre tenía gran gusto -podría haber sido diseñadora de interiores- y ninguna de
sus cosas eran basura. Sin embargo, había un montón de cosas en la casa.
La madre estaba constantemente haciendo compras, siempre
acumulando más cosas. Tenía muebles antiguos en todo su apartamento, una cama
con dosel impresionante de roble que ocupaba casi todo su dormitorio, dos
armarios llenos de ropa, marcos de fotos en cada superficie plana, obras de
arte originales colgadas adornando las paredes y decoración de buen gusto en
cada rincón. Había 64 años de acumulación en este apartamento.
Así que hice lo que cualquier hijo haría: alquilé un gran
camión. Entonces llamé a una empresa de almacenamiento en Ohio para asegurarme
de que tenían un trastero suficientemente grande. El coste de la camioneta
era 1.600 $. El mantenimiento del
trastero eran 120 dólares por mes para el tamaño que necesitaba.
Financieramente, me lo podía permitir, pero rápidamente supe que el coste
emocional era mucho mayor.
Al principio yo no quería dejar de lado nada. Si alguna vez
habeis perdido un padre o un ser querido o pasado por un trance emocional
similar, entonces entenderéis exactamente cuán difícil fue para mí dejar de
lado ninguna de estas posesiones. Así que en lugar de dejarlas ir, quería meter
cada baratija y estatuilla y mueble de grandes dimensiones en este trastero de
almacenamiento liliputiense en Ohio. Llenarlo del suelo al techo. De esta
manera yo sabría que las cosas de mi madre estaban allí si alguna vez quería o
si nunca necesitaba acceder a ellas por alguna razón incomprensible. Incluso me
había planeado poner algunas piezas de mobiliario de mi madre en mi casa como
recordatorios sutiles de ella.
Empecé a meter en cajas sus pertenencias. Cada marco de
fotos y cada pequeña muñeca de porcelana y cada tapete blanco de cada estante.
Ahí metí todo lo que quedaba de ella.
O eso creía yo.
Y entonces miré debajo de su cama. Entre todo aquel caos
organizado, bajo su cama, había cinco cajas, cada una etiquetada con un número.
Cada caja numerada habísellada con cinta de embalaje. Corté una de las cintas y
encontré papeles viejos de mis días de escuela primaria de casi un cuarto de
siglo atrás. Pruebas de ortografía, clases de escritura cursiva, trabajos
manuales ... estaba todo !, cada fragmento de papel de mis primeros cinco años
en la escuela. Era evidente que no había abierto las cajas selladas en años. Y,
sin embargo mi madre se había aferrado a estas cosas porque ella estaba
tratando de aferrarse a trozos de mí, piezas del pasado, al igual que yo estaba
tratando de aferrarme a pedazos de ella y de su pasado.
Entonces me di cuenta de que mis esfuerzos para retener eran
inútiles. Podía recordarla sin sus cosas, al igual que ella siempre se había
acordado de mí y de mi infancia sin abrir ninguna de estas cajas selladas bajo
su cama. Ella no necesitaba papeles de hace veinte años ara recordarme me, al
igual que yo no necesitaba un trastero lleno de sus cosas para recordarla.
Llamé la empresa de almacenamiento y cancelé el camión. Y
luego, durante los próximos doce días di sus cosas a lugares y personas que
realmente lo podían usar.
Por supuesto que fue difícil dejar ir, pero durante toda la
experiencia me di cuenta de muchas cosas sobre las relaciones que tenemos con
recuerdos y posesiones:
1- Yo no soy mis cosas; somos más
que nuestras posesiones.
2- Nuestras memorias están dentro
nuestro, no dentro de nuestras cosas.
3- Un elemento que es sentimental
para nosotros puede ser útil para alguien más.
4- Aferrarse a cosas nos
aprisiona. Soltar es liberador.
5- puedes tomar fotografías de
elementos que desees recordar.
6- Las fotografías viejas se
pueden escanear (ver más abajo).
Es importante señalar que no creo que las cosas
sentimentales sean malas o perversas o que aferrarse a ellas sea incorrecto. No
lo hago. Más bien, creo que las cosas con valor sentimental -y el sentimentalismo
en general- son perniciosos de una manera mucho más sutil. Si quieres
deshacerte de algo, pero la única razón por la que te aferras es por razones
sentimentales, - si es que es un carga para ti-, entonces tal vez es hora de
deshacerse de ellos, de liberarnos del el peso. Esto no quiere decir que nos
tendríamos que deshacer de todo, sin embargo.
Cuando volví en Ohio, tenía cuatro cajas de fotografías de
mi madre en mi baúl, que luego
escaneé y almacené online. Encontré un escáner con el que era fácil hacer el
escaneo de las fotos. Estas fotos ahora son digitales; se pueden utilizar en
marcos digitales en lugar de recoger el polvo en un sótano en algún lugar. Ya
no me molesta más el desorden de aquellas cajas, y ya nunca pueden ser
destruidas en un incendio.
Di todo lo demás. Todo. Literalmente. Di todos los muebles y
toda la ropa y todos los elementos decorativos que había plantados por toda la
casa.
Este fue un gran paso para mí, pero sentí la necesidad de
deshacerme de ese peso -gravedad emocional-.
Ya veis, yo no necesito las cosas de la madre para acordarme
de ella. Hay rastros de ella por todas partes. En mi forma de actuar, en la
forma en que trato a los demás, incluso en mi sonrisa. Ella todavía está ahí y
nunca fue parte de sus cosas.
Cada vez que doy consejos, tiendo a dar dos opciones. La
primera opción suele ser la opción paso de gigante, la opción de tirarse de cabeza (por ejemplo,
deshacerse de todo, aplastar el televisor, tirar todas las cosas, arrancarte la
tirita de golpe .. ., etc.). Esta opción no es para todos, ya menudo no es para
mí, pero en este caso, eso es lo que hice. Di todo.
La segunda opción es tomar pasos de bebé, y funciona porque
tomas medidas que te llevan a la acción. Míralo de esta manera: ¿de qué cosa
con valor sentimental puedes deshacerte hoy que ya hace tiempo que te querrías
haber deshecho? Empezando por aquí. A continuación, elije una o dos cosas por
semana y aumenta gradualmente los esfuerzos como te sea más cómodo.
Sea cual sea la opción que elijas, lo importante es que se
entre en acción. Es decir, no dejes nunca la escena de una buena idea sin tomar
medidas. ¿Qué vas a hacer hoy para deshacerte de aquellos objetos de valor
sentimental que te molestan?
Traducción, J.L.Vidal.
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